Sin actualización eléctrica, no hay rehabilitación

A la grave situación de emergencia climática se ha sumado la escalada de los precios de la energía, agravada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Esta transición energética supone la descarbonización y electrificación progresiva de la sociedad y se fundamenta en, por un lado, un despliegue generalizado de los sistemas de generación renovables y, por el otro, una apuesta decidida por la eficiencia energética. Recordemos que la energía más barata es siempre la que no consumimos.

Si tenemos en cuenta que nuestro parque de viviendas es el más envejecido de Europa, dónde un 80% de los edificios tiene más de 20 años, y que éstos son la cuarta mayor causa de emisiones de CO2 en España, se llega fácilmente a la conclusión de que es imprescindible realizar un gran esfuerzo rehabilitador para contribuir, desde la eficiencia, y, en definitiva, desde el ahorro, a la transición energética. Por otro lado, en España tenemos una tasa de rehabilitación entre 8 y 10 veces menor a la media europea: mientras en Francia se rehabilita el 2,1% de las viviendas cada año, en España estamos en un 0,08%.

Todo ello justifica el ambicioso plan por parte de las administraciones implicadas para actualizar el envejecido parque español de viviendas: multiplicar por diez el número de rehabilitaciones anuales, alcanzando las 300.000 al año hasta 2030. Para ello, se ha establecido un plan de ayudas que pueden cubrir hasta el 50% de la inversión, al que hay que añadir el ahorro derivado de la reducción de la factura energética.

Hay muchas razones, pero, para simplificar citaremos las más destacadas.

En primer lugar, porque sólo una instalación eléctrica actualizada es capaz de adoptar todas las innovaciones que protagonizan la transición energética en el hogar. La contrapartida es la obsolescencia prematura de la vivienda.

En segundo lugar, por eficiencia y sostenibilidad. Las pérdidas (en términos de energía) por deficiencias en la instalación eléctrica en España alcanzan los 1.300 GWh al año, el equivalente a todo el consumo eléctrico de la ciudad de Barcelona durante… ¡dos meses! Además, estas pérdidas suponen unas emisiones de 320.000 toneladas de CO2, más que las producidas por 100.000 coches nuevos durante un año.

En tercer lugar, la oportunidad de unas ayudas que reducen hasta un 50% los costes de la rehabilitación que, sumadas al ahorro inmediato en el consumo, permiten amortizar rápidamente la inversión e incrementar el valor del inmueble.

Por ello, queremos recordar que, sin una instalación eléctrica actualizada, no hay rehabilitación efectiva.

Fuente: Conaif

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